Muchas veces suelo decir que lo principal en la comunicación es delimitar el significado de las palabras, de esta forma logramos entender a que hace referencia el otro sujeto.
En lingüística podemos diferenciar entre significante y el significado; el primero es el sonido de una palabra y, el segundo, es el significado que ese sonido trasmite.
A partir de esto me creo el compromiso de poner en claro un encuadre de la palabra educación. Ésta, etimológicamente, proviene del latín educare que quiere decir criar, alimentar, nutrir y exducere que significa conducir, llevar adelante. A través de esta definición podemos delimitar dos procesos opuestos, uno de interiorización y otro de exteriorización.
¿Quién lleva a cabo estos procesos? No necesariamente la escuela educa, sino también la familia, los amigos, en definitiva todo lo que nos rodea. En lo que se diferencia la escuela u otras instituciones similares es que educan sistemáticamente.
“La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la Humanidad?”
Mahatma Gandhi